Empieza octubre y poco a poco nos acercamos al final del 2020, un año que quedará marcado en la historia por los impactos negativos de COVID19 a nivel mundial, pero también por los cambios que vendrán en Colombia, y en todo el mundo, a causa de éste. No quisiera discutir acerca del diagnóstico de los impactos, se ha hablado y se hablará mucho de esto, sino que me gustaría reflexionar a propósito de un tema en específico que será fundamental para la reconstrucción socio-económica del país, a saber, la educación pública.
Todavía no alcanzamos a dimensionar el impacto que ha tenido el cierre de colegios durante 2020, pero es evidente que el panorama es complejo. Fue un año en el que cientos de miles de niñas y niños del país no pudieron asistir al colegio para construir conocimiento, y para desarrollar las habilidades socioemocionales que tanto requerirán en el futuro. Esto, obviamente, sumado a los problemas que ya venía arrastrando el sistema: bajo desempeño académico comparado con colegios de otros países, falta de recursos e inversión, entre otras.
El problema es complejo, pero de poco sirve echarnos la culpa unos a otros, sacar excusas, o buscar soluciones en el pasado (para eso están los políticos). Como sociedad debemos mirar al futuro e identificar que llegó la hora de repensar el sistema de educación público en nuestro país.
Falta presupuesto, sí, pero creería que, aunque tuviéramos recursos ilimitados para invertir en el sistema, no solucionaríamos el problema, porque éste va más allá del dinero. Así las cosas, creo que es fundamental empezar a trabajar en, por lo menos, 4 retos claves.
El primero es apoyar a uno de los actores principales del sistema, los y las profesoras, a actualizar sus metodologías de trabajo. El cierre de colegios obligó a muchos de ellos a usar tecnologías que nunca habían usado y que algunos de ellos se resistían a usar. Cuando los y las estudiantes vuelvan a los salones de clase, no podemos dejar de lado las nuevas tecnologías. Ya sea a través de Learning Management Systems (LMS), plataformas de aprendizaje online como Duolingo, Khan Academy y Scratch, u otras herramientas TIC, debemos apoyar a los profesores para que las sigan usando y para que tengan una actitud receptiva a las tecnologías que vendrán.
Esto requiere de recursos, pero también de un esfuerzo considerable por parte de maestros y maestras para cambiar actitudes y acoger nuevas metodologías de trabajo. Paradójicamente, con frecuencia escucho profesores negándose a usar nuevas tecnologías por no tener tiempo disponible para aprender a usarlas, pero precisamente son estas tecnologías las llamadas a apoyarlos y a ayudarles a optimizar su tiempo de trabajo.
Segundo, debemos darle más importancia a que los y las estudiantes desarrollen las habilidades socioemocionales que les van a permitir ser exitosos en la vida (en el ámbito personal y profesional). Además de aprender a resolver ecuaciones, a leer y a escribir, debemos enseñarles a ser resilientes, a levantarse después de fracasar, a trabajar en equipo, a comunicar sus ideas de forma constructiva y a ser emprendedores. De lo contrario, todo conocimiento académico corre el riesgo de verse diluido ante las adversidades y retos de la vida.
Tercero, debemos pensar en un sistema de educación que no se enfoque en evaluar a los estudiantes por su capacidad para resolver exámenes. Al contrario, debemos evaluar su capacidad para resolver retos reales. Las Hackathons nos muestran lo útil y eficiente que es poner a prueba la inteligencia y la creatividad de las personas para resolver problemas del mundo real. En vez de preguntarles por ecuaciones que describan el flujo de la electricidad en los exámenes, deberíamos explicarles cómo funcionan los paneles solares y las baterías, y preguntarles cómo podrían hacerlas más eficientes y cómo las podrían llevar a los hogares de Colombia de la forma más costo efectiva.
Finalmente, y aunque no es el único problema, ni el más apremiante, debemos invertir en el sistema. Debemos incrementar los recursos que destinamos al sistema educativo porque el dinero se necesita, se requiere infraestructura, entrenamiento y en general mejorar las condiciones laborales de los y las profesoras.
En conclusión, el 2020 ha sido un año bastante complejo y los impactos negativos apenas se empiezan a ver, y una de las cosas fundamentales para recuperarnos como país será repensar el sistema de educación público. Hoy, más que nunca, no saldremos adelante como país si no le damos oportunidades de crecimiento personal a todos y todas. Se necesitan más recursos económicos, pero nada de esto funcionará si la inversión no viene de la mano de cambios de actitudes, cambios en las metodologías de trabajo y evaluación, y cambios en la priorización de las habilidades blandas que tanto se requieren para educar a las futuras generaciones de líderes y lideresas del país.
Juan Sebastián Ossa Moreno
Director Fundación Red InnCol
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